miércoles, 21 de marzo de 2012

Nada que perder.


¿Qué sucede cuando todo por lo que has luchado a lo largo de toda tu vida desaparece, cuando el motivo de despertarse cada día e intentar ser mejor se esfuma?
¿Qué piensas cuando sabes que te estás muriendo y que todo lo que has hecho en esta vida ha sido inútil, efímero y sin importancia?
¿Cómo te sientes al llegar a lo más bajo de la miseria? ¿Qué sientes soledad, tristeza, arrepentimiento o tal vez odio?
¿Cómo afrontar los malos tiempos? Algunos dicen que hay que poner la otra mejilla y otros opinan que hay que ser fuerte y seguir adelante. ¿Pero cómo hacerlo si ya no encuentras motivos para vivir?
                En este dilema se encontraba Eve una adolescente un poco complicada en ciertos aspectos, no fumaba ni bebía ni tampoco hablaba con las demás personas, era reservada y muy independiente. Todo esto hacia  que Eve fuera considerada como un “bicho raro” por profesores, alumnos y personas en general.
                Un día se despertó con los ojos embarrados de lágrimas y rímel, no sabía que había sucedido durante el sueño, ella pensaba que habría sido algo realmente malo. Pero lo que de verdad soñó fue con una vida normal, con unos padres que la querían y amigos que la respetaban, con una vida fuera de las cuatro paredes negras de su habitación. Soñó con su libertad, con su liberación, con el adiós a su antigua “yo”. Por primera vez en toda su vida había sido feliz.
                A medida que los días iban pasando y los vagos recuerdos de aquel sueño iban desapareciendo en su cabeza, Eve también iba olvidando todo por lo que había luchado todos estos años, todo por lo que había aguantado un día tras otro… Olvidó que tenía esperanza y que todo aquello pasaría, que solo era una etapa de su vida, una dura pero la lograría superar.
                Los días fueron largos y durante las noches intentaba con todas sus energías volver a sentir lo que sintió en el sueño, pero a cada intento fracasado las emociones se iban alejando más de ella.
                Una tarde de invierno mientras todos paseaban bajo la lluvia, o se calentaban frente al fuego o simplemente seguían disfrutando de la vida, Eve se miró al espejo. En ese mismo instante se dio cuenta de que; todo por lo que había luchado había sido mentira, ya que jamás sería tan feliz como en aquel sueño, de que lentamente iba muriendo en silencio por la pena que infectaba la sangre de sus venas, y por último se dio cuenta de que no la quedaba nada por lo que vivir desde hace muchos años atrás…
                Lo que Eve sintió en aquel momento en que se dio cuenta de todo aquello, no fue más que lo que había sentido antes, dolor, tristeza, soledad, pero lo que diferenciaba a aquellos sentimientos renovados era que esta vez sabía con seguridad que tenía toda la razón y no se confundía. Ella no era la rara, si no todos los demás que se escondían tras mentiras, ella solo logró descubrir la verdad y descubrir que nada nos agarra a esta vida. Y decidida así terminó allí mismo con todas las farsas.

1 comentario:

  1. Hola ninos. una Historia desgarradora, pero tan cierta. un final quizas para ella feliz porque asi por fin encontraria la paz en su alma..

    besitos.

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