Aquella muchacha del espejo comenzó a llorar cuando las
lágrimas de Eve, que durante mucho tiempo se habían ido acumulando en los ojos,
acabaron desbordándose, cayendo por las mejillas. Las marcadas ojeras hacían un
fuerte contraste con la palidez de su piel. Sus labios estaban secos y
cortados. Ella había estado buscando durante tanto tiempo eso que los demás
llamaban amor verdadero, que ya ni podía recordar lo que era sentirse feliz. Se
sentía sola, apartada del mundo. La única compañía que tenía, era aquella chica
triste que se encontraba tras el espejo. Pero ahora que las dos se habían derrumbado
la una frente a la otra nada volvería a ser lo mismo.
-¿Por
qué lloras?- pregunto Eve a la joven que aparecía frente a ella.
-¿Por
qué lloras tú?- respondió aquella extraña chica.
-Bueno…
creo que tal vez llore porque me siento sola.
-¿Sola?-
exclamo la muchacha del espejo.
-Si, no
tengo a nadie con quien hablar, no tengo amigos, no le importo a nadie.
-Sola…
Mira por la ventana. ¿Ves el sol brillar?,¿ ves como los pájaros vuelan y los niños
ríen?. Si quieres, puedes brillar con la misma fuerza que el sol y reír mientras vuelas. Mira la gente caminar,
felices. Vive la vida. Hazlo por mí, yo solo puedo verla pasar de largo.