jueves, 30 de diciembre de 2010

La curiosidad me sigue


Ya cuando me acercaba cada vez más a la aldea empecé a oír un murmullo de gritos y palabras desordenadas. Me interné en el bosque, pero no me di cuenta de que unos cuantos pares de ojos se posaron en mí. Tampoco me di cuenta de que unos cuantos curiosos me estaban siguiendo. Entonces se habían arriesgado demasiado, pues sentí una respiración en mi nuca, que vino seguida de un suspiro incontrolado y me giré rápidamente cogiéndole del cuello la camiseta. Unσs σjσs inσcentes me mirarσn ɑsustɑdσs. Lo solté.

-         ¿Qué hacéis aquí?
-         Eso nos preguntábamos nosotros.
-         Pues entonces tendréis que acompañarme. ¡Pero en silencio!
Seguí andando sigilosamente por aquel bosque frondoso y húmedo. Los niños me seguían también. Alguna vez que otra, unɑ rɑmɑ crujíɑ, y yo les miraba con advertencia. Al poco rato se distinguieron unas luces de colores y los niños miraron asombrados.
-         Esa es la casa de la señora Bloodworth. Es una bruja, no debemos ir allí.
-         ¿Una bruja? ¿Y se puede saber quién te ha dicho eso?- dije malhumorada.
-         Pues lo dice todo el pueblo.
-         ¿Ah sí? Pues si te crees todas esas patrañas… ¡Márchate por dónde has venido! ¡Ignorante! Cómo podéis ser tan inocentes. Os creéis todas las tonterías que os dicen, sin comprobar antes si son verdad. Hay que ver para creer. Así pues, quién no quiera venir que se valla cuanto antes.
Ninguno se fue, eso ya lo sabía. Eran demɑsiɑdσ curiσsσs como para irse sin ver antes a la señora de la que todo el pueblo hablaba mal.

sábado, 25 de diciembre de 2010

La escapada



Era una tarde lluviosa y fría. Yo estaba en mi habitación, encerrada, sin poder salir. No podía más. Se conoce que hoy era uno de esos días en que mi padre no tenía muy buen humor, y por consiguiente, no me dejaba salir. No lo entendía. Sí, estaba lloviendo, y mucho, pero aún así yo quería salir, respirar fuerte el aire fresco, y notar algunas gotas de lluvia acariciándome la cara suavemente. Pero claro, eso no podía decírselo a mi padre, pues le daría uno de esos ataques de histeria y me empezaría a gritar que esas ideas eran de loca. Pero, ¿y qué?, a lo mejor estaba un poco grillada, sí, pero me daba igual, prefería estar así. Por lo que me escapé. Os preguntaréis como una niña de diez años se escapa de su habitación, estando ésta situada a una distancia de cinco metros sobre el suelo, pero bueno, de algo me serviría mi brillɑnte lσcurɑ. Había visto miles de películas con esta escena, y aunque no me fiase mucho de mi seguridad, me daba igual. Me enrollé la sábana a la cintura y até el final de mi cuerda casera a las patas de la cama. ¡Vaya!, me dije, justo antes de dar el salto me di cuenta de que podrían sonar las patas de la cama al arrastrarse por el suelo con el peso de mi cuerpo. Así pues, cogí unas piedras pesadas que tenía en el armario y las puse detrás de cada pata de la cama. Sí, tengo unas piedras en mi armario, y muchas cosas más por las que estaríais muy de acuerdo con mi padre. Pero bueno, que más me da a mí.

Cuando di el salto no pensé que todo se iría al garete, para nada, pensé en que había olvidado el paraguas, pero me daba exactamente igual. Por suerte la sábana no se rompió ni nada por el estilo, así que caí al suelo con gracilidad. Dejé mi cuerda casera colgando y me marché acompañada de mi grɑn ɑmigɑ, lɑ lluviɑ.


He estado demasiado ocupada ultimamente.
Por lo que ya me estoy poniendo al día.
Besos ^:^

domingo, 12 de diciembre de 2010

Una lágrima manchada con sangre



Tengo que ser fuerte, hundir la cuchilla en mi piel, disfrutar amargamente de este dolor punzante, ver brotar la vida  que se escapa de mi cuerpo, como si de un suspiro se tratase.
        Derramar mil lágrimas pensando en el futuro, un futuro no muy lejano, un futuro donde ya no aparezco. EL sufrimiento sigue en los demás, en mí ya no queda nada, solo paciencia, la paciencia de esperar a la última gota de sangre, para olvidar… todo… para siempre…
        Solo puedes esperar una última lágrima, manchada con sangre.
Estos dias de felicidad, llamados Navidad me hunden más en mi propia miseria y en los problemas que se ciernen sobre mi, ¿y que puedo hacer?
Solamente escribir para ustedes. GRACIAS

sábado, 4 de diciembre de 2010

Es duro, lo sé

Si, es duro que no confíen  en ti, pero más duro es que no lo haga la persona por la que te sacrificarías, por la que renunciarías a todo, aquella persona que te hace ser mejor persona solo con una mirada y una sonrisa.
                También es duro  tener tales sentimientos, y que no puedas decirselos a nadie, pero siempre habrá alguien por encima de mí, ¿verdad? Alguien, que llegó  primero, y te rescató de la oscuridad antes que yo.
Lo siento, de veras siento no haber estado allí.
Y ahora, cara a cara descubro la verdad, esa verdad que me daba miedo…
Te importa más que yo.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Hay que plantar cara.

Saca tu fuerza, plántale cara, dile ¡No!

¿Tú eres peor que ellos? ¿Acaso es que tú vales menos?
No tienen derecho, plántales cara, solo tú puedes para esto, este dolor que sientes, esta angustia desgarradora que te come por dentro y te hace cada vez más pequeñ@
Enfréntate a ellos, date la vuelta sin miedo y sin preocupaciones.
Se libre, se feliz… te lo mereces.