sábado, 31 de marzo de 2012

Esa sonrisa que lo dice todo...


La fría luz del cielo nocturno le rozaba lentamente la piel, unos ojos invisibles clavaban la mirada en su espalda provocándole un exagerado escalofrío. Recorría a tientas el pasillo mientras que la oscuridad de la noche  le rodeaba, solo podía pensar en la sensación de que alguien, o algo le vigilaba desde atrás. Se giró varias veces para cerciorarse de que allí en la oscuridad no le acompañaba nadie, sólo estaba el, sólo él, como siempre…
                Se paró, volvió a mirar hacia la nada y pronuncio esas palabras estúpidas que se dicen con la esperanza de que nadie conteste:
                -¿hay alguien allí?- su voz sonó entrecortada, el miedo, la adrenalina… hacia un minuto que una sombra había cruzado la puerta entornada de su habitación y se había dejado colar en la oscuridad del salón.
                -¿Hola? ¿Hay alguien ahí? – volvió a preguntar, pero esta vez el susto sería aun mayor. Una mano le agarró el hombro, él se giro y pudo ver un rostro deformado por una sonrisa diabólica, una sonrisa que lo decía todo:
Vas a morir.


miércoles, 21 de marzo de 2012

Nada que perder.


¿Qué sucede cuando todo por lo que has luchado a lo largo de toda tu vida desaparece, cuando el motivo de despertarse cada día e intentar ser mejor se esfuma?
¿Qué piensas cuando sabes que te estás muriendo y que todo lo que has hecho en esta vida ha sido inútil, efímero y sin importancia?
¿Cómo te sientes al llegar a lo más bajo de la miseria? ¿Qué sientes soledad, tristeza, arrepentimiento o tal vez odio?
¿Cómo afrontar los malos tiempos? Algunos dicen que hay que poner la otra mejilla y otros opinan que hay que ser fuerte y seguir adelante. ¿Pero cómo hacerlo si ya no encuentras motivos para vivir?
                En este dilema se encontraba Eve una adolescente un poco complicada en ciertos aspectos, no fumaba ni bebía ni tampoco hablaba con las demás personas, era reservada y muy independiente. Todo esto hacia  que Eve fuera considerada como un “bicho raro” por profesores, alumnos y personas en general.
                Un día se despertó con los ojos embarrados de lágrimas y rímel, no sabía que había sucedido durante el sueño, ella pensaba que habría sido algo realmente malo. Pero lo que de verdad soñó fue con una vida normal, con unos padres que la querían y amigos que la respetaban, con una vida fuera de las cuatro paredes negras de su habitación. Soñó con su libertad, con su liberación, con el adiós a su antigua “yo”. Por primera vez en toda su vida había sido feliz.
                A medida que los días iban pasando y los vagos recuerdos de aquel sueño iban desapareciendo en su cabeza, Eve también iba olvidando todo por lo que había luchado todos estos años, todo por lo que había aguantado un día tras otro… Olvidó que tenía esperanza y que todo aquello pasaría, que solo era una etapa de su vida, una dura pero la lograría superar.
                Los días fueron largos y durante las noches intentaba con todas sus energías volver a sentir lo que sintió en el sueño, pero a cada intento fracasado las emociones se iban alejando más de ella.
                Una tarde de invierno mientras todos paseaban bajo la lluvia, o se calentaban frente al fuego o simplemente seguían disfrutando de la vida, Eve se miró al espejo. En ese mismo instante se dio cuenta de que; todo por lo que había luchado había sido mentira, ya que jamás sería tan feliz como en aquel sueño, de que lentamente iba muriendo en silencio por la pena que infectaba la sangre de sus venas, y por último se dio cuenta de que no la quedaba nada por lo que vivir desde hace muchos años atrás…
                Lo que Eve sintió en aquel momento en que se dio cuenta de todo aquello, no fue más que lo que había sentido antes, dolor, tristeza, soledad, pero lo que diferenciaba a aquellos sentimientos renovados era que esta vez sabía con seguridad que tenía toda la razón y no se confundía. Ella no era la rara, si no todos los demás que se escondían tras mentiras, ella solo logró descubrir la verdad y descubrir que nada nos agarra a esta vida. Y decidida así terminó allí mismo con todas las farsas.

viernes, 16 de marzo de 2012

Imogen


Su risa sonaba entrecortada por el susurro gélido y áspero del viento. Caían pequeños y fríos copos de nieve entre la lechosa niebla, y apenas se distinguían las huellas que sus zapatos rojos dejaban tras de sí a lo lejos. Aún a pesar de la lejanía que me separaba de ella entre tanta niebla, yo seguía oliendo su aroma afrutado y sentía el calor que desprendía tras de sí. Conseguía visualizar en mi mente su pálida cara, con ese lunar en el párpado que le daba ese toque tan especial mientras corría sonriendo sin parar. Entonces volví a la realidad y me di cuenta de que cada vez ella estaba más lejos de mí, corriendo fugaz. Apenas se veía un poco de tela de ese abrigo rojo que era más grande que ella, ondeando al viento, cuando de pronto dejé de visualizarla. Por un momento pensé que me moría. Ya no veía ese rastro escarlata que la envolvía, ya no percibía su aroma, ya no sentía su calor. Corrí desesperado, no podía desaparecer sin más. La sola idea de que me dejase me partía en pedazos. No podía pasar, no podía irse, era… era… ELLA. Busqué y corrí sin parar como si no existiese nada en el mundo más que ella. En el momento en que mis piernas comenzaron a desfallecer sentí un pinchazo en el pecho y me di cuenta de que estaba rodeado de ese blanco agónico, mareándome y sintiéndome perdido. Caí de rodillas y prácticamente no sentí el frío de la nieve en mis piernas. Di un grito que me desgarró la garganta pero apenas lo escuché. Estaba perdiendo mis sentidos lentamente hasta que todo se nubló y mi conciencia se desvaneció completamente.

La había perdido, a su alma de pájaro, a su risa encantadora, a  su aroma, a su calor, a su inocente sonrisa… a ELLA.