lunes, 11 de abril de 2011

Tu voz.


         Bajé las escaleras lentamente, mi  larga bata de seda se derramaba a cada escalón, la suave claridad del amanecer  me quemaba la piel blanca como el alba. Mis ojos muertos, recobraron su antiguo brillo al verte sentado en aquel antiguo sofá de época victoriana, corrí hacia ti, mi pelo largo y de color bronce se ondulaba a cada paso apresurado que daba.
         Te giraste lentamente y tus ojos se posaron en mi alma, sonreíste y te levantaste, me lancé a tus brazos. Con tu dulce voz me dijiste unas palabras tranquilizadoras, que llegaron a lo has recóndito de mi ser, tu voz… perdurará en mi para toda la eternidad...

1 comentario:

  1. Delicadas palabras que arrastran la belleza de su sentido...

    D!SFRUTA!!

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